
Pablo Hernández vive los momentos más felices de su carrera. Tras su periplo de cesiones regresó a la primera plantilla del Valencia, previo pago por parte del club tras ejecutar la opción de recompra que se había guardado. Su buen final de temporada le permitió dar el salto a la selección española , con la que debutó en la Copa Confederaciones, en Suráfrica.
Al volver tenía pendiente un asunto que no admitía demora. Y sin perder tiempo lo resolvió, como se pudo comprobar a su llegada a Ermelo. Luce en su antebrazo derecho una imagen tatuada, preciosa, de la Virgen María. Se trata de una promesa que le había hecho a su madre. Ha cumplido.
Profesionalmente, Pablo ha vivido el último año a un ritmo frenético. Todo ha sucedido muy deprisa. En cuestión de unos meses ha conseguido metas con las que soñaba desde niño. Las ha hecho realidad y espera que el largo camino que todavía le queda por recorrer siga siendo igual de fructífero. Un camino en el que seguro que encontrará en semejante Señora a la mejor guía. Promesa cumplida.
Al volver tenía pendiente un asunto que no admitía demora. Y sin perder tiempo lo resolvió, como se pudo comprobar a su llegada a Ermelo. Luce en su antebrazo derecho una imagen tatuada, preciosa, de la Virgen María. Se trata de una promesa que le había hecho a su madre. Ha cumplido.
Profesionalmente, Pablo ha vivido el último año a un ritmo frenético. Todo ha sucedido muy deprisa. En cuestión de unos meses ha conseguido metas con las que soñaba desde niño. Las ha hecho realidad y espera que el largo camino que todavía le queda por recorrer siga siendo igual de fructífero. Un camino en el que seguro que encontrará en semejante Señora a la mejor guía. Promesa cumplida.
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