
«Pamplona y el Reyno de Navarra se han convertido en una ciudad y en un campo talismán para mí. Así lo quiso el destino porque lo podía haber hecho unas jornadas antes en San Sebastián. Iba a salir, pero un gol de Regueiro cambió los planes de Quique», lamentaba Pablo. Su oportunidad iba a llegar en la última jornada de la temporada 2005/06. Una jornada de infarto en el que Madrid, Valencia, Osasuna y Sevilla se jugaban los tres puestos de Champions que quedaban libres. «No me esperaba jugar, recuerdo que mi familia se juntó en un bar para ver el partido y que mi madre me había escondido en la bolsa una estampita de la Virgen». Aquella imagen, ahora grabada en su antebrazo, le iba a dar suerte. Quique le mandaba a calentar en la banda y le llamaba para darle la vuelta a un partido que se estaba perdiendo. Minuto 71. Su vida estaba a punto de cambiar. «Fue un momento de nervios en la banda y también de responsabilidad. Me dijo que lo hiciera igual que en los entrenamientos y que encarara, que tuviera confianza en mis posibilidades». Pablo se lo tomó al pie de la letra.
«Recuerdo que entré al campo por Miguel, faltaban unos veinte minutos para que acabara el partido. Al principio tuve unos pocos nervios, pero cuando entré me di cuenta que era un partido como otro y que me tenía que dar igual contra quien jugase». Un poco más y Pablo acaba recordado aquel debut con un gol o una asistencia. Las tuvo las dos en sus botas. «Recuerdo que Regueiro tuvo una que estrelló en el larguero, pillé el rechace, le pegué, pero mi disparo pegó en alguien. Luego también recuerdo un centro a Regueiro que me salió bueno y que casi acaba en gol». Al final sólo hubo un gol. El del Guaje en tiempo de prolongación. Un golazo de falta que no servía para remontar el 2-0 inicial de los rojillos. La lucha por la Champions no iba mucho consigo, porque él era un futbolista del filial, pero ahí comenzaba a verse ya su carácter ganador. Pablo fue el único jugador del Valencia junto a Ayala que corrió a la red para recoger el balón del Guaje y para que se sacara de centro lo más rápido posible. «Yo estaba contento, porque había debutado. Pero, en lo encampo era en ayudar al equipo. Me fui a por el balón, pero no hubo tiempo para más». El Valencia se tenía que conformar con la tercera plaza y Pablo ´sólo´ con su debut. «Recuerdo que todos aquellos que eran mis ídolos me felicitaban por el partido que había hecho. Ahora ha pasado mucho tiempo y algunos de ellos son mis compañeros».
Aquellas no fueron las únicas felicitaciones. En Paterna y en Castellón le estaban esperando para darle la enhorabuena con un abrazo. «La verdad es que aquella noche me costó mucho conciliar el sueño. Habían sido muchas sensaciones, muchas llamadas, mensajes... Yo creo que eran las tres y todavía estaba pegado a la tele». Si bueno fue aquel día mejor iba a ser el día después. «Recuerdo que me felicitó todo el vestuario del filial y ví con mi familia el partido que lo tenía grabado». Era el primer gran día de Pablo. La primera gran noche de una carerra deportiva que comenzaba en Pamplona, despegaba en Cádiz, crecía en Getafe y explotaba, de nuevo, en Mestalla. Pablo volverá por primera vez al campo donde empezó todo. Y esta vez, no se conforma con jugar. El niño se ha hecho ya muy grande.
http://www.superdeporte.es/valencia/2009/11/22/pablo-regresa-reyno-empezo/78796.html
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