8 de octubre de 2010. Aritz Aduriz siempre recordará esta fecha. Fue la de su debut oficial con la selección española. El día que siempre había soñado desde que era un niño. «La verdad es que ha sido inolvidable, no lo olvidaré nunca, por el debut, porque hemos ganado y porque hemos conseguido los tres puntos. El míster me dijo que estuviera tranquilo, que ayudara un poco. Estoy muy contento». Como toda su gente y toda la familia valencianista que se llevaba una alegría viéndolo estrenarse con el ´9´ a la espalda El vasco salió a calentar nada más comenzar la segunda parte y saltó al césped de El Helmántico en el minuto 75 sustituyendo al héroe de la noche, Llorente, en un cambio en el que también entró Pablo Hernández por Villa. Y lo mejor de todo es que el ´11´ del Valencia estuvo a punto de debut con un gol en el descuento. Seguro que el «¡Uyyyyy!» lo escuchó en Salamanca desde Valencia.
La otra alegría blanquinegra la dio Pablo. El interior derecho del Valencia aprovechó a la perfección el cuarto de hora que estuvo en el campo. Lo hizo todo bien. Atrevido, con descaro, velocidad, regate y con la cabeza fría para buscar la asistencia. La misma que le dio a Aduriz desde posiciones interiores en la ocasión del vasco. Pero, por donde hizo daño Pablito, con el ´18´ y bajo la atenta mirada de sus padres desde la grada, fue por el costado izquierdo. Desde allí puso la quinta para desbordar por fuera y buscar a sus compañeros. Lástima que ninguna de sus jugadas acabara en gol. Tendrá que se otro día.
Peor lo pasó Stankevicius. El lituano, sin ayudas, lo pasó mal con la avalancha de juego de España. Aún así, fue de los jugadores que demostró más personalidad sobre el campo. El valencianista pagó la falta de ritmo en los primeros minutos como no podía ser de otra manera. Lo pasó mal con Villa al principio. Lo frenó en el primer intento, pero no pudo hacerlo en los siguientes. Una se fue por fuera con una asistencia que rozó el larguero, la otra por dentro con un recorte y un tiro alto. Stanke no podía hacer más. Tampoco le ayudó el central, más pendiente de Llorente. El paso de los minutos le sentó bien. Lituania se apoyó en él las únicas veces que intentó salir con el balón jugado sin iniciar una contra. Se desdobló dos veces. Una de ellas, con un recorte y un centro al área. También probó el disparo desde lejos, el pase en largo —hasta de saque de banda—, pero ayer era una noche para sufrir.
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